El Congo tiene la segunda selva más grande del mundo, con 100 millones de hectáreas de selva y el 70% de agua de Africa.
Los bosques de Africa Central retienen el 8% del carbono almacenado en todo el planeta.
La fiebre del tántalo ha empujado a miles de mineros y esclavos al interior de los parques nacionales de Kahuzi-Biega (en Kivu-Sur) y Okapi, en el este del Congo. Ambos son reservas protegidas por la Unesco. Concrétamente en el año 2000, unas 10000 personas se trasladaron al parque nacional de Kahuzi-Biega y 4000 al de Okapi para extraer coltán.
El director general de World Wide Fund for Nature (WWF), Claude Martin, declaró en mayo de este año a un diario surafricano: "Es una irresponsabilidad que afecta a todos, desde mineros hasta grandes multinacionales que deben mirar más allá de los beneficios y pensar en el bien general".
Las excavaciones indiscriminadas han ocasionando daños irreparables al ecosistema. Hace un año, la población de elefantes en estos parques era de 3.600, hoy apenas queda un par de familias . Los soldados matan a los animales para comerciar con el marfil (enviado a Uganda y Ruanda) y vender su carne en los mercados locales o alimentar a la trouppe de trabajadores. Lo mismo sucede con los gorilas de la montaña y chimpancés. Hoy se calcula que existen entre 110 y 130 ejemplares, la mitad que en 1996, según la Fundación de Diana Fossey, pionera en la protección de estos primates en peligro de extinción y que murió asesinada en Ruanda en 1985.
Según el Programa de Medioambiente de Naciones Unidas, en los ocho parques de la República Democrática del Congo, la población de Gorilas ha descendido un 90%.
Otro problema asociado a la minería del coltán son los limos procedentes del lavado de los minerales que matan a los invertebrados acuáticos y reducen la fotosíntesis de las plantas acuáticas.
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